Más allá del hype: La IA que ya transforma a las empresas mexicanas
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En la nota
publicada por El
Economista, titulada “Grupo
Reyes: así aplica una empresa mexicana la inteligencia artificial”, ofrece
una radiografía, muy útil, de cómo una empresa con raíces tradicionales en
México decide dar el salto hacia la inteligencia artificial (IA), qué retos
enfrenta y qué aprendizajes ha recogido en su experiencia.
Este caso
nos permite extraer lecciones clave para el ecosistema de la IA en México,
situando en perspectiva tanto las oportunidades como los peligros que acompañan
la adopción tecnológica.
Transformar datos en
decisiones: el camino recorrido
Grupo Reyes, un conglomerado con presencia
en plásticos, construcción y hospitalidad, pasó de depender de tableros de
datos (dashboards) independientes a la adopción de un proyecto de IA que
incluye un lago de datos (data lake) para unificar fuentes estructuradas
y no estructuradas, además de un agente conversacional en lenguaje natural.
Eso
significa que no solamente se enfocaron en la recopilación de datos, sino además en
la forma en que dichos datos responden, predicen escenarios y facilitan
decisiones operativas, además de la creación de un agente que habla en lenguaje
simple y analítico: por ejemplo, ¿qué pasaría si…? en lugar del clásico ¿qué
está pasando?
Esta estrategia revela varios elementos fundamentales:
- La centralización de datos para evitar silos,
- La adopción de un caso de uso operativo concreto (análisis de tickets de soporte para priorización), en lugar de proyectos “de laboratorio” o meramente experimentales,
- Un enfoque de adopción progresiva que comienza con un pequeño equipo y hardware limitado de hardware que va escalando conforme a planes de avance concretos.
Una estrategia clara que, por supuesto, trajo claros beneficios, pero también desafíos.
Los beneficios y aprendizajes
positivos
Primero, por
supuesto, la claridad de propósito: Grupo Reyes no arrancó con la meta de
“hacer IA” como fin en sí misma, sino de resolver un problema medible (soporte
interno) y luego escalar. Esa mentalidad pragmática redujo el riesgo de
desembolsos enormes sin retorno.
Segundo, la
combinación de tecnología, talento interno y acompañamiento externo (con
empresas como Dell Technologies
y Nvidia) para impulsar el
desarrollo propio, lo que permitió generar capacidades internas de desarrollo y
no solamente la implementación de soluciones “listas para usar”.
Tercero, el
componente humano: los líderes del proyecto adoptaron una estrategia en la cual
la IA no reemplaza colaboradores, sino que los potencia para “hiperacelerar
decisiones”, lo que generó una narrativa que contempla expectativa de carrera,
formación y cambio cultural para los empleados.
Esa mirada
es esencial para evitar el derrumbe del respaldo orgánico interno que muchas
veces descuida la adopción tecnológica.
Los riesgos y desafíos
Aun con
estos avances, el artículo menciona también claros retos que muchas empresas (y
países) que implementan IA pudieran anticipar.
El primero
es la infraestructura de escalamiento: lo que funciona en un piloto con un
servidor “relativamente pequeño” puede no sostenerse cuando se abren a miles de
usuarios o varios procesos críticos (producción, compras, etc.).
Aquí
aparece un riesgo de “fragmentación”, lo que implica tener una buena prueba de
concepto, pero no un método para pasar a producción sin desbordamientos o
sobrecostos.
Otro reto clave
es conocer el retorno de inversión (ROI) real. Grupo Reyes separó su evaluación tanto en fase cualitativa (experiencia, uso) como en cuantitativa (impacto
financiero). Lo cual conlleva un mensaje clave: La IA puede producir valor,
pero medirlo, atribuirlo y escalarlo requiere disciplina.
Finalmente,
está la cuestión del uso responsable de datos, gobernabilidad, seguridad y
ética. Aunque el artículo no enfatiza este punto como riesgo mayor, se
subentiende: Un agente que analiza miles de tickets, un lago de datos
corporativos, accesos para usuarios… Todo esto exige protección de datos,
claridad de roles, transparencia.
En un
entorno regulatorio aún en desarrollo (como el mexicano), esto se vuelve un
factor de riesgo operativo y reputacional.
¿Qué implica este caso
para México?
Para
México, el caso de Grupo Reyes tiene implicaciones relevantes:
Primero,
demuestra que la IA no es solamente para gigantes tecnológicos: un grupo con
operaciones tradicionales puede transformarse si tiene disciplina, visión y
acompañamiento.
Segundo,
señala que “empezar pequeño” es viable y quizá recomendable: la adopción
incremental reduce riesgos y prepara los cimientos.
Tercero,
nos recuerda que muchas organizaciones aún no adoptan IA generativa por falta
de talento o visión clara (por ejemplo, el 56 % de las empresas mexicanas no
adoptan IA generativa por falta de talento).
Entonces,
el desafío no sólo es técnico, sino también de capital humano y cultura.
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Conclusión
La aventura
de Grupo Reyes hacia la inteligencia artificial es ilustrativa: no es una
historia de ciencia ficción, sino de transformación práctica.
Pero no se
trata únicamente de “adoptar IA”; se trata de un proceso integral que incluye diseñar
procesos, formar talento, gobernar datos, medir valor y adaptarse al cambio.
En este
sentido, la IA se convierte en palanca de cambio, pero también en un espejo:
refleja cómo una organización se prepara para el futuro.
En mi
opinión, para que México y sus empresas aprovechen el potencial de la IA y mitiguen
los riesgos, deben combinar una visión estratégica, disciplina operativa y
ética de datos de manera eficiente.
Si sólo
tenemos tecnología sin talento o sin gobernabilidad, el riesgo no será que la
IA “nos reemplace”, sino que la adoptemos mal y reforcemos brechas en lugar de
cerrarlas.
Y si algo
me queda claro es que el futuro no se trata de elegir entre un guion apocalíptico
ni un cuento utópico. El futuro de quienes construyen hoy los cimientos de la IA
será para quienes combinen lo humano con lo digital y quienes entiendan que la
tecnología es herramienta y no destino.
Así lo
vemos en AI Güey.
Pero ¿tú qué
piensas? ¿Estás iniciando tu aventura con IA? ¡Cuéntanos tu experiencia!
Hasta la próxima,
—Jorge García


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